
En efecto, la energía nuclear es más confiable que el petróleo o el gas natural; por lo menos para nuestro país, que al carecer de fuentes propias de estos elementos se ve expuesto a importantes amenazas geopolíticas. Asimismo, es más segura, pues la tecnología actual y los estándares de calidad de los edificios de contención que albergan los reactores nucleares permiten que éstos resistan incluso el impacto de aviones y huracanes. Finalmente, es más amigable; pues no libera gases tóxicos o de efecto invernadero a la atmósfera lo cual, si mal no recuerdo, es uno de los principales temas de la agenda internacional debido al calentamiento global.
Usualmente se esgrime frente a los argumentos recién reseñados una sola palabra: Chernobyl. Sin duda es una gran herramienta retórica, tal como en otra época lo era acusar al enemigo de brujería o pacto con el diablo. Pero hoy es sabido que este lamentable accidente se debió a deficiencias técnicas, que no es del caso detallar aquí.
Desde luego, es un hecho que la energía nuclear cuenta con una inmerecida mala fama; cada vez que este tema se plantea, la opinión pública tiende a considerar a quienes la promueven como despreocupados lobbystas de intereses empresariales ajenos a los problemas del ecosistema. Es curioso, pero la realidad es otra: para Chile energía nuclear significa independencia energética y geopolítica, seguridad, y lucha contra el calentamiento global.
Post Data: con posterioridad a la publicación de este comentario en El Mercurio, la Ministra de Minería informó que el Gobierno se comprometió a iniciar los estudios técnicos para ver la factibilidad de la instalación de una planta nuclear en Chile y a que en las primeras semanas de marzo se presentará un proyecto de ley para comenzar a implementar energía renovable no convencional. Sin duda, una muy buena noticia.